1. Escrito por: Pablo De La Cruz. 2012.
Algunos dicen que el cine no es más que una
representación de algo que no sucedió, sin embargo, antes de sentarse a ver una
película como La Misión, es importante preguntarse qué tan cercano a la
realidad puede ser lo que se nos muestra en la pantalla. La película cuenta la
historia de un grupo de jesuitas que entraron por la frontera entre el Brasil,
Argentina y Paraguay, con el propósito de evangelizar a los nativos.
Constituyeron una misión, reunieron indígenas y formaron poblados, regidos bajo
la doctrina de los primeros cristianos. Quizá por esta razón, los poderes
imperiales, y eclesiásticos los vieron siempre como una amenaza, pues según esta película, los jesuitas tomaron parte de
la defensa de los indígenas cuando los militares llegaron invadiendo y
destruyendo la misión.
Algunos consideran que la apreciación del cine, como
cualquier arte, siempre debe ir acompañado de una introducción que despierte, o
concentre la atención del auditorio en algunos aspectos y enriquecer el
criterio de estos. Otros en cambio, pensamos que a veces las palabras sobran, y
es mejor mostrar las cosas tal como son, que las reflexiones surgen cuando
encuentran el momento preciso. Antes de hacer la proyección pensamos si hacía falta una reflexión previa, pues en la película se muestra un
exterminio de un grupo indígena en manos de los poderes imperiales de Portugal
y España, con la complicidad de gran parte de la Iglesia Católica
Romana. Pero no la hicimos, dejamos que la película hablara por si misma.
Fitzcarraldo,
una historia recreada en medio del contexto histórico de la bonanza del
caucho, otro escenario doloroso en la historia de los pueblos indígenas, cuenta la historia de un comerciante desafortunado quien
sueña construir una opera en Iquitos, como la de Manaos. La película además
de mostrar el contexto en que se movía la explotación del caucho, maneja una
visión particular del indígena, lo muestra sumiso, presto a servir al blanco,
diferente, misterioso.
Según los comentarios posteriores, es posible pensar que tanto las personas se identifican con la historia de vida de los indígenas
que se representan, algunos lo sienten como su propia historia de vida, abuelos
en su mayoría que vivieron mas de cerca este contexto, otros en cambio, lo
sienten como un pasado mas lejano. Los elementos de la identidad indígena se
cuestionan en el publico que observa la película, son estos los que mejor
conocen el contexto de las cosas que se narran. El cine se vive entre la ficción y la realidad, y no
se muestra una división clara en todo esto, sea lo que sea, es un buen motivo
para pensarse a si mismo, y reconocerse como sujetos históricos.
En Tarapacá, ser indígena significa lo que los hace diferente a los blancos. Ser indígena también representa los cambios vividos durante el siglo XX: la evangelización, la relación con los
poderes centrales, las bonanzas, la educación, fueron cruciales en la vida de
muchos pueblos indígenas, y fue lo que vino a determinar en gran parte las
adaptaciones de estos a un sistema de vida diferente.
El cine, como es cine, es una interpretación de la
realidad, según Falcón, la película La Misión, aunque esta llena de información
que para él es verídica, también omite muchas cosas, por ejemplo, los castigos
a los que eran sometidos los indígenas por practicar su cultura, y cuales
fueron los conflictos por ese encuentro entre creencias. La Iglesia es una
institución que es vista de muchas maneras por los indígenas. Para muchos no
existe solo la parte siniestra que los hizo perder su cultura, sino que también
fue una oportunidad para acercarse a nuevos conocimientos.
La imagen del misionero que trabaja desinteresadamente
por la comunidad, esta acompañada por la del poder eclesial que trabaja de la
mano de los poderes imperiales (o estatales). Estas imágenes también se asocian
a la del antropólogo que permanece con los indígenas, y a la de las instituciones que representan el poder central. Quizá hoy en día, aunque las evangelizaciones
siguen su marcha en la amazonia por parte de muchas iglesias entre católicas y
protestantes, también surgen nuevos actores con distintos propósitos, como por
ejemplo las instituciones públicas, ONGs; etc.
Hoy en día, llegan a la comunidad personas con grados
de antropólogos, biólogos, ingenieros, sociólogos economistas, entre otros. Bajo
la potestad del conocimiento científico se presentan, y de esa manera hacen
legítimo su accionar dentro de la comunidad. Me pregunto yo, después de ver
estas películas y de escuchar las reflexiones y comentarios que suscitan, si el
paso de este tipo de actores con propósitos aparentemente altruistas es visto
de la misma manera como se veía al misionero, o como se veía a los representantes
directos del poder imperial o eclesiástico en otros tiempos.
Asumimos que mucho ha cambiado desde entonces, hasta el
punto de ver la historia como un suceso que poco o nada tuvo que ver con
nosotros, pero por otro lado, nunca sobra una mirada critica sobre todos estos
procesos que se gestan desde la institucionalidad, preguntarse hasta que punto
se han corregido los viejos errores, o se siguen reproduciendo.
El cine es una gran herramienta para provocar
reflexiones. No solo para las comunidades indígenas, sino también para
nosotros: funcionarios o investigadores, quienes contraemos compromisos, damos
nuestra palabra, y generamos lazos sociales. “Ojala nuestra palabra sea
coherente con lo que hacemos” esa es mi reflexión.
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